Seguro que alguna vez os ha pasado.
Os levantáis por la mañana pensando en todo un sinfín de cosas y os decís: voy a hacer esto, lo otro, lo de más allá y no pienso hacer aquello que no debo. Salís a la calle con vuestras decisiones tomadas y las guardáis en el bolsillo de vuestros pensamientos.
A medida que va pasando el día, aparecen situaciones nuevas, cosas inesperadas que hay que afrontar y caéis en aquello que no queríais hacer. Cuando acaba el agotador día os dais cuenta de que el bolsillo sigue lleno de todos vuestros proyectos, de que no habéis hecho lo que os proponíais hacer y que habéis sucumbido a lo que os habíais prometido no hacer. Os acostáis con la frustración de no haber conseguido lo que deseabais y el remordimiento os hace inventar nuevas promesas que cumpliréis al día siguiente. En ese momento conseguís que se cierren vuestros ojos con una sonrisa. Mañana será diferente.
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