UN CUMPLEAÑOS ESPECIAL

Podría deciros que estos días han sido monótonos para mi, con unas vacaciones caseras, recuperándome de la resaca que deja la pérdida de una persona muy querida y seguidamente la operación de mi pequeña. Pero os mentiría. Y os diré por qué.

El domingo, cogiendo como equipaje una bolsa de viaje improvisada, hemos partido mi hija pequeña, Carlos y yo. El corazón nos guiaba a 735 Kilómetros hacia el sur. El motivo: el 87 cumpleaños de mi primo Emilio. Once años seguidos yendo eran suficiente aliciente para volver a ir.

Nadie nos esperaba por las circunstancias. Cuando salimos del coche, mis primos se echaron las manos a la cabeza por la sorpresa. Entre abrazos y olor a barbacoa, la cueva de Rosara se iluminó con sus tonos azulados y verdosos de luces artificiales, al contraste del ocre oscuro y de una noche impresionante.

Carlos y yo nos miramos y nos hicimos un guiño ante esta bella locura que se escapa de la razón.