REVUELTA EN ZARAGOZA

Siempre que voy a Zaragoza, me resulta entrañable y especial. Entrañable porque veo a mis amigos y especial porque algo nuevo surge.
Ayer por la tarde fui a ver el “VII Salón del Cómic de Zaragoza”. Mi primera visita directa fue encontrarme con los Malavida y saludarlos con besos y abrazos. Después fui a ver mi exposición. Me quedé un rato embobada mirándola. ¡Qué bonita! No me la imaginaba así. Dionisio puso en los dibujos un fondo anaranjado que le daban un aire cálido y harmónico a toda la exposición. Había superado con creces como me la había imaginado.
Anunciaron mi presentación. ¡Ah! ¡Tierra trágame! Le dije a la gente que se quedase en el bar, que yo enseguida volvía. Pero no me hicieron caso. Se fueron a ver lo que decía.Llegó la hora de la charla. Pum leyó mi pensamiento y me trajo una cerveza. Xcar, conocedor de mi corte para hablar en público, se puso a mi lado para apoyarme. Él empezó a hablar con su don especial y, a partir de ahí, el miedo desapareció, y me puse a hablar con voz, con gestos, con lo que tenía a mano y lo mejor de todo, tenía como guión una hoja en blanco (os parecerá que estoy majara pero siempre había visto a gente que, cuando da una charla se lleva un guión, yo no iba a ser menos, así que me lo llevé aunque estuviera en blanco). De repente, nos despedimos, miré el reloj y había pasado media hora.
A mis 50 años es la primera exposición que se me hace. Me siento feliz, pero soy realista. Se que no hubiera sido posible sin los dibujantes y guionistas que han puesto ese blanco y negro en sus historias y han querido, aún sabiendo hacerlo ellos muy bien, que yo les haya puesto color. Me siento como una bacteria simbiótica que ha ayudado a hacer algo bueno.
Espacio, organización, actividades, estands y participación han hecho unas jornadas inolvidables.