18/5/10

MEDICINA NATURAL

Os voy a contar otra de mis intimidades. Espero que no os riáis porque en aquel momento lo pasé mal.
Me salió una especie de granito enquistado en el pezón. Ya sabéis las mujeres como somos ante esto. Fui al médico y me dijo que era una mastitis (eso sale cuando una está amamantando y yo hace mucho que dejé de hacerlo, jejeeee). Me dijo que no era nada malo y me recetó una crema que debía ponerme durante una semana. Si esto persistía me enviaría al ginecólogo.
Me puse la crema durante diez días. El prospecto indicaba que más no era bueno.
Pasaron esos días y el quiste permanecía en el mismo lugar.
Me acordé de otro remedio que me había dicho mi madre. Es curioso pero también lo ví en una peli de pistoleros, Jon Wayne llevaba en las alforjas del caballo una corteza de tocino para las heridas.
Del jamón que me regalaron para reyes corté un trocito de tocino. Me lo puse por la noche con una gasa. A la mañana siguiente parecía que ese quiste estaba más blanco y brillante, me puse otro trocito, me fui a trabajar y se lo enseñé a mis compañeras. Cuando llegué a casa por la tarde, me lo destapé y, cual fue mi sorpresa: en el tocino había una bolita blanca perfecta y el pezón tenía una pequeña motita de sangre. Me había desaparecido. Al día siguiente todas mis compañeras estaban alucinadas. Me dijeron: si no lo veo no lo creo.
Cuando volví al médico, había una suplente. Le comenté lo que me había pasado. Ella secamente me dijo: yo solo creo en la medicina tradicional. Yo le contesté: mire yo no creo en la magia, sino en las propiedades de los elementos y si esa medicina tradicional lo estudia bien, sabrá que hay un componente que cura estos problemas.
Carlos y yo nos miramos y salimos riéndonos. Es difícil hablar de experiencias cuando “el saber” está en manos de unos cuantos.
Y yo os digo: la vida es descubrir y aprender de las letras sabias estén o no en los libros científicos. Porque al fin de cuentas nuestra vida es el tesoro más importante que tenemos.

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