15/7/08

LA VIDA ES DE COLOR

Esto yo no lo recuerdo, me lo han contado mis padres. Cuando tenía tres años, mi padre traía bolígrafos bic de diferentes colores. Yo me ocupaba en quitarles la punta y soplaba la barrilla hasta que esta salía. Cogía otro Boli y hacia lo mismo. Con los dedos iba haciendo mezclas de colores y composiciones en una caja de zapatos, en el vestido, en todo lo que encontraba. Mi madre se echaba las manos a la cabeza y mi padre le decía que no me regañara, que me dejase pintar. A los cuatro años, que ya leía perfectamente, cogía la enciclopedia y la coloreaba con la técnica que había aprendido. A los 10 años gané el primer premio por pintar la casita de chocolate. Esta vez mis padres me habían comprado pinturas adecuadas. Después me atonté y no hice nada durante mucho tiempo. Y ahora, muchos años después, sigo experimentando y jugando con el color, una aventura maravillosa que no tiene final. Porque cada día, tiene un color diferente y hay algo nuevo que aprender.

5 comentarios:

Apolonia dijo...

¡Qué bonito el título! Me has animado la mañana. Estaba dormida hasta que te he leído, y al leerte he vuelto la vista a la ventana, y allí al fondo está el Moncayo llamándome, rodeado de infinidad de colores que no pueden ser soñados.

Sigue coloreando la vida.

Un besazo!!!!

REVUELTA dijo...

Jejee, me alegra que te haya animado. En el anterior comentario del Richal decias que eres incapaz de dibujarlo, te equivocas, porque puedes dibujar con tus palabras todo lo que tu retina ve. Nadie como tu para describir paisajes y sentimientos. Algún día escribiras un libro y si no... al tiempo. Tienes tantas cosas que contar...
Un besito y ánimo. Creo que eres un poco como yo: después de una tarde gris amanece un nuevo día con ganas de afrontar cualquier cosa.

Win dijo...

Yo he soplado los bolis también... Salía un azúl super bonito, o rojo... Si te chupabas el dedo y lo pasabas por el pegote, era como una acuarela.. Recuerdo hasta el olor... y si echabas gotas de colonia desde arriba, salían estrellas (o a mi me lo parecía, claro).
Y ahora te cuento otra cosa que molaba:
Me echaba pegamento Imedio por toda la palma de la mano. Cuando se secaba, toqueteaba levemente los restos de tinta del boli. Y luego.... tachaaaaán... te arrancabas el pegamento de la mano, que salía -con suerte- de una sola vez y se notaban las huellas dactilares... Me fascinaban las formas de las huellas dactilares...

REVUELTA dijo...

Lo del pegamento imedio, que guay.Te lo desprendías de las manos como si fuera un guante.
Un beso

Win dijo...

eso, eso... pero solo en la palma...