
Eran tantas cosas a compartir con los del Cretino y los Malavida en el salón que no tuve tiempo material para ver los diferentes estands.
En el bar, centro de reuniones y de proyectos, conocí a alguien que hacía mucho tiempo deseaba saludar: Tomás Bosque, cantautor aragonés de mi época joven. Se me cortaron las palabras cuando Carlos Azagra me lo presentó. El breve rato que hablé con él y con su mujer era como si el año 77 hubiera estado allí y la ilusión perdurase hasta ahora.
Como siempre, el tiempo jugaba a adelantar los minutos de forma ingrata. Ya lo dice Jarabe de Palo: curioso elemento el tiempo. Nos despedíamos y mentalmente le pedía a “Cronos” un ratito más. Pero el dios del tiempo jugaba con Morfeo al escondite y yo, no tuve más remedio que conformarme a regañadientes con una despedida fría por el tiempo que hacía, pero cálida por el momento vivido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario