
Todo tiene un comienzo. Un día fuimos allí a ver a mis suegros que veraneaban con su familia. El tío Emilio y tía Carmela nos invitaron a una fabulosa comida y pasamos un día muy agradable. Cuando nos despedimos dijimos todos: a ver si nos vemos el año que viene. Al año siguiente en la nueva casa de Bella vista organizaron otro encuentro. Y así hemos seguido yendo cada año.
Tío Emilio y la madre de Luís ya no están con nosotros. Se fueron en un sueño a brillar con las estrellas. Los echo de menos como todos los que allí nos vemos. Cada vez me siento más unida a ese lugar y, mientras podamos, aunque solo sea unas horas que se convierten a mi pesar en minutos, allí estaremos con tía Carmela, Luís, Carmen, Jose y sus padres, Alicia, Álvaro, Nacho, Antonio Luís y nosotros. Y siempre, como no, el deseo de poder encontrarnos con mis cuñados y mis sobrinos.
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